Aunque las imágenes no están tomadas en Horcajo, no por eso nos son extrañas; al contrario. Estos dias en cualquier vieja chimenea o bajo el alero o cornisa de los tejados, podemos contemplar a las golondrinas que van y vienen, entran y salen de sus curiosos nidos hechos de barro. Sólo con alzar la mirada atenta se avista alguno.
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